El lunes, dos días después del Paseíco, recibimos un escrito de una de las
paseantes que ha querido compartir con nosotros su experiencia en el paseo,
junto a su hijo, y su experiencia con la enfermedad, también junto a él. No
hemos añadido ni quitado nada porque nos emociona tal y como ella lo ha
escrito. Las fotos también son suyas.
¡Gracias Carmen por compartir todo esto con nosotros! ¡Y mucho ánimo!
“He participado en el
Paseíco de la Mama 2013 y lo he hecho con mi hijo Andrés, el mismo
que hace cinco años me preguntó: “Pero, mamá, ¿cómo se llama tu enfermedad?”.
Tenía 7 años y necesitaba ponerle nombre a la operación de su madre en el pecho
y a todos los tratamientos posteriores.
Era 2008, el año de la
Expo, que nosotros recorrimos casi todas las tardes con mi chute matinal de
radioterapia, protegida mi calva o con peluca o con sombreritos. Sin duda
fue para nosotros una Expo distinta a como la pudiéramos haber imaginado. Pero
la disfrutamos de otra manera, su fin también marcaba el final de mis
tratamientos. Nos ofreció una distracción continuada y pudimos vernos con
muchos amigos y familiares que la visitaban.
Con la clausura de la
Expo inicié un tratamiento hormonal con Tamoxifeno por cinco años, de los
que mi hijo pequeño llevaba la cuenta a la perfección. Y precisamente, en la
penúltima revisión a la que ya íbamos por puro trámite, se detectó un baile en
el marcador tumoral que indicaba lo que tras dos meses de pruebas se pudo
diagnosticar: metástasis en pulmón y huesos. Por suerte, un nuevo tratamiento
hormonal me está funcionando y de nuevo me encuentro en otra batalla y, como la
vez anterior, dispuesta a vencerla.
Y en medio de la
batalla recibo la invitación de una amiga muy querida para participar en el
Paseíco de la Mama de este año. Era el Día de la Madre y mi
hijo me dijo: “Mamá, yo te acompañaré y será mi regalo, ¿vale?”.
Y, así, llegamos
(tarde, pero llegamos) el sábado 25 a la Fuente de los
Incrédulos, como peregrinos que quieren aprender del propio camino, que quieren
dejarse sorprender por el suelo que pisan por primera vez siguiendo las huellas
de otros peregrinos. Caminan junto al agua del Canal que, caprichoso, cruza
barrios y eriales, alimentando árboles, arbustos y flores en sus veredas. Y el
camino, todo camino, es un reflejo de la vida: piedras y flores, dolor y
placer, sorpresa y cansancio… Lo importante no es “llegar a” sino recorrer
conscientemente tu camino, vivir en el aquí y en el ahora. Una lección olvidada,
que el cáncer me ha permitido recordar.
Como dice Kavafis; “Un
hermoso viaje te dio Itaca. Sin ella/ el camino no hubieras emprendido./ Mas,
ninguna otra cosa puede darte./ Aunque pobre la encuentres, no hubo engaño./
Rico en saber y en vida como has vuelto, comprendes/ qué significan las
Itacas.”
Me ha encantado
participar en este Paseíco. Hacerlo junto a mi hijo, encontrarme con amigos,
conocer la labor del Instituto Oncológico Vall d'Hebrón y
sumarme a su labor investigadora gracias a las impulsoras de esta magnífica
iniciativa.
¡Larga vida al Paseíco
de la Mama! Contad conmigo para el de 2014 y años posteriores. Gracias
por vuestra generosidad, entusiasmo y vuestro compromiso con la vida.
Carmen Garcés”
